Riel, el dúo compuesto por Mora y Germán, cumplió diez años ininterrumpidos de música, con cuatro álbumes a cuestas, y lo celebraron en La Tangente. Foto por @norbertoayalaph.
El 13 de agosto del 2011, Mora Delbene y Germán Loretti abrieron por primera vez las puertas de su casa en Caballito para mostrar, a quien quisiera acercarse, el combinado de sonidos post-punk, garage y noise que habían denominado Riel.
Desde ese día y por diez años, el dúo compuesto por guitarra y batería se mantuvo sólido como el nombre lo indica. Si bien la palabra fue elegida por estética y no por semántica, los Riel también conducen la electricidad y aguantaron la presión de girar, por ejemplo, por Estados Unidos y México, cuando presentaron su tercer disco, Espacio interior (2016).
La pandemia dejó a la banda, como le sucedió a la mayoría, con la incertidumbre de cuándo se podría volver a tocar en vivo. Su última fecha había sido en el festival Mar del Pop, en enero del 2020, por lo que este sería un reencuentro lleno de ansiedad que además tenía un festejo incluido: se cumplían diez años de la primera tocada y había que celebrarlo.
Luego del enérgico show de Cabeza Flotante, que manejó el indie rock y el punk a niveles intensos, Riel tomó el escenario llevando a fade out las canciones de Arctic Monkeys que sonaban por los parlantes de La Tangente.
Germán, en el medio, y Mora, a su costado izquierdo, comenzaron el recital con “Espacio exterior”. El triángulo se completaba con Estanislao López, quien además de tocar en vivo con ellos cuando es necesario, es el ingeniero de grabación, mezcla y mástering de la mayoría de sus tracks, convirtiéndose en una especie de “tercer Riel”.
El rasguido post-punk y dream pop a lo Smashing Pumpkins de “Vertiginosamente” fue la primera canción en dúo y cantada de la noche: “En el medio del camino / un desierto“, detalla Mora en la primera estrofa, mientras las manos de Germán recorren a toda velocidad la batería entera, como si quisiera darle la misma importancia a cada cuerpo y platillo.
Con “Paseo psicodélico”, Mora empezó a desplegar su sonido shoegaze con sus pedales de efectos -reverb, chorus y delay-, elementos importantes para que una banda de dos personas suene como si fueran cinco. Al finalizar la canción y haciendo referencia (sin querer o queriendo) al estribillo de la misma, la guitarrista pidió al público que se arrimara más al escenario.
La disonancia es uno de los elementos claves de Riel. La familia de riffs noise que parten de la Fender Jaguar de Mora se ramifican en cada nueva canción, que gracias al ritmo inconstante e innovador de Germán encuentran finales diferentes, partiendo de comienzos homogéneos.
Esta fecha también marcó un hito en la carrera del grupo: por primera vez en diez años tuvieron un bajista en el escenario (el propio Estanislao López, quién si no) para presentar “1990” y “Blanco & negro“, sus dos singles pandémicos.
Al presentar a la banda, Mora se refirió a Germán como “El Steve Shelley argentino”, en referencia al baterista del grupo estadounidense Sonic Youth, referencia clave para entender a Riel y su pata noise rock. Por otro lado, los sintetizadores de Estanislao llevan a un mundo más new wave y post punk, con timbres de The Cure y Joy Division.
Para el final, un extenso instrumental de ruido (en el que se sumó en guitarra Federico Stuart, conocido como DJ Stuart) llevó el show a su acto final, donde Mora Riel bajó del escenario para saltar y volver a sentir el cariño del público después de tanto tiempo.
Riel es una banda atípica, no solo por su formación e historia, sino porque se anima a abrazar el ruido y convertirlo en una fantasía, una alucinación a la que no hay que tenerle miedo. Por el contrario, hay que permitirse entrar en el sueño y viajar con ellos hasta que se acabe la vía y volvamos a la realidad.