
Mujer Cebra celebró en Niceto Club y despidió “Clase B”
El power trío cerró el año a modo festejo y despedida de su último disco, en el cual se cierra su universo melódico.
La noche palermitana tenía guardada, para los amantes del under, una cita inolvidable por parte de Mujer Cebra en Niceto Club. Con la apertura de Sunlid, fue tomando ese color necesario de festejo y amiguismo.
Sunlid fue de las bandas revelación del año, aprovechando cada exposición al máximo, creciendo en cada show. Sonidos que van del shoegaze hasta un pop melódico aclimataron de apoco un Niceto ya colmado. Un puñado de canciones bastó para caldear al público, mucho conocedor y otro espectador.
Ya post horario anunciado, la gente se agitaba sola, entre temas de la pista o entre ellos gritando por su banda. Con clima a favor y un público que acompañó cada instante, Mujer Cebra se despachó con una lista de temas impecables.
El momento de timidez del público no duró ni medio tema, “El veneno” tuvo ese salto necesario para conectar y que no quede pie sobre el suelo. En la seguidilla, clásico tras clásico se terminó convirtiendo en una algarabía del público y una pequeña muestra de lo que Mujer es capaz.
Demás está decir la sincronicidad del público y la banda, gente fiel y de nicho, como de un estilo propio, no aflojaron un segundo. La banda exigía y ellos respondían; una manera rara de decir que se los extrañaba.

El show tomó forma de despedida de Clase B en la previa aunque también fue una gran excusa para festejar el cumpleaños de Pato y Santi, cada cierta cantidad de temas se cantaba el feliz cumpleaños y cada vez más risueño.
Este micro mundo de Clase B dice adiós con mucha satisfacción, fue de los mejores discos en su momento y un poco los catapultó a estratos y posiciones más consolidadas. Una banda más llegada a la producción de sonido con saltos de calidad impresionantes, y obviamente esto es algo que vemos evidente en cada uno de sus shows.
Con adelantos del nuevo disco, la banda ya empieza a explorar el nuevo horizonte, un sonido que busca el lado más alternativo de ellos, aunque sin dejar esa esencia fuerte de bajo pesado.
Un punto alto fue “Triste canción de amor”. La reversión de Mujer la quita del eje del rock nacional y de balada lamentable para llevarla al postpunk rápido, al hueso y con la forma asertiva de entonar los momentos claves de la canción.

La Cebra toca techo, baja y se convierte en un susurro al oído, para luego subir y patearte la cabeza. Cómodos, prolijos, tan propios de su gente, hacen fácil lo más difícil: conectar al cien por ciento con su gente sin pausas.
Luego tuvimos otro adelanto: acá, la poesía de Santi choca con los punteos de un rock fuerte, los suficiente como para alejarse de la etiqueta del under y acomodarse fácil en el rock nacional. Lo extendido de la banda, lo primordial y necesario que es para su gente, han convertido una noche de recital en una misa. Mujer usa cada elemento propio a su favor, no quiere algo convencional, apuesta siempre a la voz, a lo fuerte de su bajo y batería pero siempre es para su gente.
Al final de la noche tenemos los clásicos viscerales que libran a su gente de hacer lo que quieran, ruedas cada vez más grandes, pogos cada vez más intensos y en cada intento más gente sobre encima de otra para extender los brazos.
“Ahora sí” o “Invisibles” son los cierres clásicos que más suben a la gente. Versiones extendidas para poder jugar con la vorágine de la gente que parecía estar con las mismas energías que al principio. Con una pequeña despedida de agradecimiento, dando contexto, la banda se despide sabiendo que lo próximo es el nuevo disco. Todos lo sabemos y nos ilusionamos mucho con esos nuevos sonidos.
