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Mi Amigo Invencible celebró diez años de ‘La danza de los principiantes’ en Deseo

En la primera jornada de su doble festejo, el grupo mendocino tocó entero y en orden su disco del 2015, clave en la escena pre pandémica del indie argentino.


Mucho antes del manso indie, pero después del boom de Los Enanitos Verdes, la joya mendocina a escuchar era Mi Amigo Invencible. Formados en 2007, lanzaron ese mismo año su primer disco, Guaper, la tenaza que corta el alambre del corral, un primer esbozo de la psicodelia y de ese rock crudo y flojo que recorrería gran parte de su discografía.

Luego de Relatos de un incendio (2011) y La nostalgia soundsystem (2013), en 2015 el sexteto cerró una trilogía que gestó sin proponérselo con La danza de los principiantes, un disco crudo, sensible y potente. Un relato de reconstrucción post apocalíptico muy guitarrero, con sintetizadores que ceden los climas a las reverberaciones de las voces, y una batería que persigue el groove del bajo. 

Ya radicados en Buenos Aires, Mi Amigo Invencible potenció lo que había generado con La danza y sacaron el EP epílogo Nuestra noche, su séptimo disco Dutsiland y lo que vino post pandemia: Isla de oro (2022) y el reciente Arco y flecha (2024). A la espera de su álbum número diez (“Hay que ponerse la diez y sacar un discazo”, dijo el baterista Arturo Martín), el grupo se tomó dos noches para volver al pasado y celebrar ese disco tan despreocupado como introspectivo, tan complejo como sensible.


La sed de un principiante

La noche en Deseo no iba a tener sorpresas: Mi Amigo Invencible iba a tocar toda La danza de los principiantes, por primera vez en orden, y continuaría con sus nuevas canciones. A pesar de saber esto, el público rompió en gritos nostálgicos cuando empezó a sonar “Cada vez”, la apertura de La danza, mientras los seis integrantes de MAI se subían al escenario. Lógicamente le siguió “Máquina del tiempo”, su canción más escuchada en Spotify y un clásico en todas sus listas actuales.

El primer pogo se desató con “Edmundo año cero”, quizás el track más feroz del disco. Con Mariano di Cesare enfocado en su guitarra y sin siquiera saludar, Mi Amigo Invencible tocaba tema tras tema en Deseo, con un público exultante por escuchar las canciones que más extrañaban. Después del dúo felino de “Gato negro pasa” y “Gato blanco atrincherado” llegó “Leningrado”, que daba comienzo a esa segunda mitad del álbum menos mainstream: “Nadé hasta la orilla y ahí ves / el lago es un charco esta vez / y somos dos bailando / ya no somos extraños”.

Ya para el final del disco llegó “Puentes rotos”, una de las joyas cantada por el guitarrista Nicolás Voloschin, que condensa ese rock sensible de Blur y Radiohead con paisajes y naturaleza mendocina, una de los juegos líricos/sonoros que tomaría como base el manso indie de Usted Señalemelo, Perras on the Beach y Las Cosas que Pasan. “Entre los cuerpos” dio ese final al primer set con su mantra: “La única fuerza que me guía es la oscuridad / la única fuerza que me abraza es la oscuridad”.

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Foto: Franco Kleiman

Encendió algo para no apagarlo más

Un descanso de cinco minutos y Mi Amigo Invencible ya estaba de vuelta en el escenario de Deseo. “¿Estuvo bueno hacer todo La danza, no? Cuanta guitarra… complejidad…”, se sorprendía a sí mismo Mariano di Cesare, ahora ya más descontracturado y charlando con su gente.

Los arreglos complicados y las colisiones entre instrumentos desaparecieron al inicio del segundo set, marcando el contraste con la última etapa de Mi Amigo Invencible. “Todo lo que tengo”, “Caballos” y “Llamada perdida”, de Arco y flecha, pisan fuerte con un sonido más rudimentario, feliz y al hueso que ahora maneja el grupo mendocino, como si su etapa más luminosa hubiera llegado en sus cuarentas.

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Foto: Franco Kleiman

Después sonaron “Impecable” y “La araña” de Isla de oro, y “Desayuno continental” y “Bip-Bip no me hables”, de Dutsiland, ese disco que funciona como pivot tímbrico y también como salvación de la banda según contó Mariano di Cesare, tras el ajetreo de viajes y shows que trajo La danza…

Mariano presentó y agradeció a todos sus compañeros, empezando primero por quienes no estaban en el escenario: Mariano Castro y Juan Pablo Quatrini, ex integrantes históricos de MAI. Ya sintiendo el final de la fiesta, preguntó a la gente qué tema querían y así sonaron pedazos de “Los pájaros” y “Piñas”, aunque el detalle de la noche fue cuando Mariano le dio el micrófono a Lu Pivetta (a cambio de su bajo) para que ella cantara “Algo no ha terminado”.

Quedó la promesa de hacer un festejo así para La nostalgia soundsystem, el disco preferido de Di Cesare según dijo antes de finalizar el show, aunque los diez años se hayan cumplido en 2023. Pero más que una promesa es el décimo álbum de Mi Amigo Invencible, que se va a convertir en realidad más pronto que tarde. Y con un “Acto de fe”, Mi Amigo Invencible cerró su primer festejo en Deseo, que continuará mañana y se extenderá a Mendoza, San Juan y más provincias Argentinas.

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Foto: Franco Kleiman

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