El dúo rosarino presenta su nuevo disco Bailando en la tempestad, donde con su synth pop saca a la luz los males del mundo actual.
Matilda estuvo de estreno con Bailando en la tempestad, su séptimo álbum de estudio. El dúo que fusiona synth pop, krautrock y tecno nos hace bailar a pesar de la oscuridad, monotonía y estructuras de un mundo opresor. Con más de veinte años de trayectoria, lanzaron su nuevo trabajo luego de su anterior disco, Imaginario popular (2019).
Bailando en la tempestad comienza con “Cuando todo”, arrancando con el ritmo bien marcado de la batería electrónica, para luego entrar en las notas positivas del sinte. En lo optimista del sonido se crea una ilusión que se busca en el disco, por detrás quedan lo oscuro y lo brutal del mensaje de las letras interpretada por una voz cálida: “Cuando el mundo se vuelve brutal / y las noticias dicen que todo es normal / cuando el río suena y no escuchás / la creciente oscura nos puede tapar”.
En “Estuvimos acá” entra la mirada del amor de una forma nostálgica. Siempre creando entornos de baile para la liberación de emociones: “Siento / que la nostalgia a veces me gana / la vida suele ponerse extraña / y ya no puedo regresar”. De una forma más minimalista arranca “Amanecí”, donde se notan las influencias de los ochentas, pero con un mensaje más personal. En ésta sigue el estado de la monotonía, con el status quo de una realidad que no te ofrece nada, ni entregarnos a esos bellos momentos de la vida: “Quiero estar tirado bajo el sol / y perder el tiempo sin razón / quiero besar tu boca sin temor”.
“Fuera de control” toma esas influencias y las abraza para hablar de los paradigmas que tiene el disco. Juegos en busca de romper las estructuras de la vida monótona en busca de lo diferente, el no querer vivir bajo estas normativas. Los aspectos bailables siguen en “Tu movimiento” con un solo final que define la canción.
Entramos a otras de las capas del disco. “Una visión” crea una atmósfera con elementos de percusión que ayudan al desconcierto. Si en otros temas hay esperanza, acá se ve lo contrario. La oscuridad y el miedo, que en estos momentos están presentes. En donde solo hay dudas donde se presentan las siguientes preguntas: “¿Será que este es nuestro final? / ¿Tendremos la oportunidad? / ¿Por qué matamos la hermosura?”.
Arranca “Amuletos” bajando el ritmo al disco. A esas preguntas acá podemos encontrar respuestas. Nos hace ver que en la incertidumbre podemos descansar en ese alguien y seguir el rumbo de la vida. “Utopia trunca” nos lleva a lugares a través del sonido, nos encuadra en ese mundo terrenal donde la vida nos ve de forma incompleta y no hay brillo.
En “Hermanos en la oscuridad” vuelve a subir el ritmo para plantearnos la oscuridad de la noche pero acompañada. La perspectiva que se nos mostró en el disco sobre la afrontar las tormentas con alguien: “Vos y yo, rompiendo el curso de lo que nos tocó, nos condenaba / nuestro amor fue nuestro escape / fue nuestra salvación para saltar la muralla”.
La versión más terrenal y que toca el barro del disco se ve en “Lejos del centro”. Junto a Litto Nebbia en voz, nos hablan de lo horrible que son los trabajos y la monotonía de los mismos. En algo tenemos que depositar las esperanzas, y lo encontramos en lo mundano: “Un potrero sin paz resiste el avance de la urbanidad / un torneo final, duelo de barrios por un costillar / hay dos chicas que están tomando cerveza no paran de hablar / en la esquina, reunión, una propuesta, una maldición”.
Bailando en la tempestad fue grabado en Mansión Mutante por Ignacio Molinos y en Estudio Oznerol por Lucas Lorenzo. La mezcla y el mastering estuvieron a cargo de Carlos Altolaguirre en Estudios Penny Lane.
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