Luego de una gira por el interior del país y a pocos meses del lanzamiento de Ya no estoy aquí, Rayos Láser presentó el álbum en Niceto Club en una noche que reunió a familiares, amigos y un público asentado, donde no faltaron pogos ni baile.
La noche en Niceto comenzó con “Mecánicos”, una banda amiga trasandina que ofició de telonera en la espera de Rayos Láser. Para las 21:30, con el lugar a oscuras y el telón todavía tapando el escenario, comenzaron a escucharse fragmentos de canciones de todos sus álbumes. Un recorrido por su historia y un presagio de lo que vendría en la hora y media siguiente. El telón se abre y un riff conocido aunque nuevo, por primera vez se extiende por Niceto y suena “Tantas cosas dije ayer”. La emoción por el reencuentro es mutua, tanto abajo como arriba del escenario se comparte una misma energía, esa que no entra en el cuerpo que invita a moverse como César Séppey recorriendo el escenario de una punta a la otra. En esa excitación, se pasan “El Fin del amor” y “Se borró”, uno detrás del otro, y los primeros minutos se esfuman.
Tomás Ferrero comienza la presentación de la banda, desde abajo todos escuchan. Por momentos se genera un ida y vuelta. Pareciera un show íntimo aunque Niceto esté rebosante, entre el público hay también amigos y familiares de la banda. Toma unos minutos para agradecer el encuentro en un contexto tan difícil y anuncia que ahora iban a tocar algo un poco más tranquilo, una pausa necesaria y comienza “Cuando todo pase”, su balada más reciente. Entre acordes que nos devuelven al presente, una melodía nostálgica nos ancla e invita a atesorar esos momentos fugaces.

En la propuesta estética del grupo hay un objeto que ya los caracteriza: sus anteojos de sol. Infaltables en cada presentación, esa visión polarizada que sostienen durante todo el show no implica solo una gran habilidad sino también una declaración. Una protección de lo externo y un resguardo a esa esencia que comparten, a eso que les gusta hacer y qué es tan propio. Un filtro a través del cual ven el mundo.
Momentos después suena “La distancia”, una de las canciones en donde se luce el gringo (Gustavo Rodríguez) que cerró bien rockero, dando paso a “El día y la noche” para después volver relajar un poco con “Un recuerdo de vos y de mi”, otra de sus baladas más clásicas, que fue presentada por Tomi como “una canción para darse un beso”.

Para esta fecha, ampliaron su propuesta y en un repertorio no tan numeroso abarcaron de todo. Por momentos más rockero o más pop, más electrónico o más melódico. El show fue pensado por momentos. El público es igual de variado, hay hasta remeras de Iron Maiden y es lo que reúne Rayos: una banda que pasa por todo los estilos, con baladas, baile y pogo. Verlos no es solo una gran fiesta, es la invitación, la puerta de entrada a vivir la música como este grupo de amigos. Con sus matices, sus influencias y sus gustos. Un viaje por estilos y referencias.
A continuación anuncian “un bloque dedicado a la gente que nos escucha hace mucho” y suena “Fascinación” parte de su segundo disco y “Mintiendome” una de sus primeras canciones allá por 2011. Un viaje en el tiempo. A continuación tocan “Amigos”, canción que los define y que los encuentra para tocar juntos, en una ronda arriba del escenario: “El tiempo pasa, pasa y están mis amigos. Somos nosotros siempre, podemos brillar. Aunque la noche es larga, ahí están mis amigos. Y si me necesitan ahí voy a estar”.

Como era de esperarse, la noche cerró con “Ya me hiciste mal”, el hit indudable de la banda. El público vocalizó la primera estrofa para luego desarmarse en un pogo que empujó a la canción a ser, todavía un poco más rockera. Para cerrar la jornada, los cuatro: Tomás Ferrero, Gustavo Rodriguez, César Séppey y Matias Sabagh (en batería) posaron para la foto con el público y en lo que parecía ya el final, comenzó a sonar una versión cuartetera de “El día y la noche”. Sobre el escenario, la banda se despide bailando, el telón se cierra y la fiesta sigue del otro lado.
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