La noche del cantor: Florián conmovió al público en su primer Niceto

El artista de Boedo brindó un espectáculo completo repasando todo su repertorio, sumado a la presentación de su último álbum De fábrica, en una noche emocionante y entregada a la performance.


Tango. Nocturnidad, un paisaje de antaño y una obra expectante. Desde atrás, inamovible y constante, la presencia de la fábrica ambientaba un espacio misterioso e incierto, intrigante y revelador, en el que luego se desarrollarían los acontecimientos de una historia dominada por la búsqueda propia, los sentimientos y transformaciones involucradas en ese encuentro individual. En esa tensión que el suspenso estaba generando, la pulsión de la percusión irrumpió minutos después y capturó la atención. La historia de Florián en Niceto estaba por comenzar.

“La herencia” fue la canción encargada de reflejar ese primer mensaje que el escenario reflejaba. La profundidad, sinceridad e intensidad inicial del sentimiento tuvo un giro cínico y errático con “El títere” y “Naufragio”. Las marionetas serían los intérpretes de apariencia en transformación. Otro pequeño cambió ocurrió en “Ojalá fuera ficción”, que levemente propuso un ritmo distinto, pero que abruptamente regresaría al clímax inicial cuando “De fábrica” sonó. Nuevamente, el escenario dejaba un mensaje. Las primeras apariencias quedarían atrás, colgadas y superadas en algún sentido, porque lo nuevo, propio y verdadero comenzaría a emerger.

Fotos: luligk.ph

El show sería dinámico, contaría con múltiples formatos y, principalmente, mostraría la gran versatilidad y dominio de Florián con los instrumentos. Del bajo a la guitarra, luego con su voz en solitario y también con el piano. Con este último, y en presencia de la dupla de vientos que alternaría reiteradamente en el escenario, el repertorio siguió con “Cantor”. Una declaración de identidad y principios que elevaría aún más el sentimiento con el solo de los trombones y la melodía final del piano. Ese gran momento daría lugar a la primera sorpresa de la noche.

Eran casi las diez de la noche. El set del escenario adoptaría una forma conocida y evocativa de la cultura popular porteña: la esquina del barrio de Boedo. De repente, con apariencias elegantes, un quinteto asomó delante del telón negro. Bandoneón, contrabajo, violín, piano y voz se preparaban para ofrecer, como si se tratara de un viaje por el pasado, una demostración de baile, lunfardo, lágrimas y tango. Con ese ímpetu, el público disfrutaría versiones conmovedoras de “Desencuentro”, “Afiches” y “Como dos extraños”, que incluyó una aparición solista de cada instrumento presente; y luego seguiría con la versión acústica de “Naufragio”. Finalmente, la complicidad del cantor con el bandoneón dio por concluida esta etapa al tocar “La última curda”. Arriba y abajo del escenario la emoción era compartida.

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Mientras la banda regresaba, desde el balcón se escucharon prosas recitadas. Para ese momento, el público estaba entregado a la performance que el show proponía. El factor sorpresa era constante y exigía seguir con atención los acontecimientos de está historia. Así, el repertorio continuó con “Curarme”, “La fe” y “Fueros tres años”, que incluyó nuevamente a la dupla de vientos para un pasaje divertido y espontáneo en el que la banda improvisó un fragmento de la prueba de sonido. Todo fluía con alegría y eso se reflejaba. Seguidamente, Florián volvería al piano para tocar una versión de “X amor” y “Nada”, para luego tomar la guitarra y, antes de tocar “TKM”, compartir los primeros agradecimientos de una noche deseada.

Las sorpresas seguirían. En medio del desconcierto por el caos de las sirenas, la presencia y sensualidad de Feli Colina irrumpieron en el escenario para continuar con una versión de “Condenada”. El baile se apropiaba de la canción, mientras una gran complicidad se mostraba arriba del escenario. Después, el show seguiría con “El trono” y “Porcelana”, canciones que invitaron a experimentar las dificultades e inseguridades que también incluyen los romances y deseos más intensos.

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Una última sorpresa faltaba. Al piano, nuevamente en solitario frente a todo Niceto, Florián comenzó a cantar “Más o menos bien” de Él Mató a un Policía Motorizado, hasta que segundos después el mismo Santiago Motorizado se sumaría al escenario para acompañarlo. La versión a dúo sólo pudo concluir con el aplauso y el abrazo que ese hermoso momento se merecía. Seguidamente, “Rincón” sería la última colaboración con la que contaría el espectáculo. Para finalizar la noche, “Mi amor se fue” terminó por compartir la alegría del público con el cantor, que había ofrecido mucho más que una presentación, para dar lugar a una expresión artística completa, sincera y emocionante. Una noche bien preparada cuya espera se hizo valer.

De esta manera, el camino que recorrió Florián este año con la presentación de De fábrica tuvo su primer gran cierre. En un show que cubrió diversos aspectos que excedieron lo estrictamente musical, la noche logró expresar el esfuerzo y pasión de un trabajo metículoso que el público pudo disfrutar desde abajo del escenario. Una expresión que conjugó las influencias populares, la sensibilidad lírica y la introspección personal para que, a través de ritmos variados y ambientaciones sonoras, sus canciones adquieran un sentido en la búsqueda que se propuso, una en la que el público fue observador alegre y activo de un camino, el del cantor, que tiene mucho más para seguir compartiendo.

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