En solo media hora, el artista canadiense nos transporta a un lugar en el que el tiempo parece ralentizarse, y el mundo gira en torno a las cuerdas de su guitarra.
Un sillón, un perro, y la guitarra, el mejor amigo del hombre. En resumen: comodidad, sencillez, naturalidad. Eso es lo que nos trae Mac DeMarcocon su sexto disco Guitar; un álbum que es “la representación más fiel de dónde estoy en mi vida hoy”. Escrito y grabado por él mismo el noviembre pasado en su casa de Los Ángeles, ese gusto artesanal no solo se escucha, también se ve. Los dos videos publicados hasta el momento, “Holy” y “Home”, aumentan esta sensación de intimidad, en la estamos solos con el artista, y no hay nadie más.
Entre reflexiones sobre el paso del tiempo y referencias al pasado, a algo que ya no es, hay una guitarra y una voz suave que no nos apuran, no nos gritan, sino que nos hablan pausado. Buscan que escuchemos atentos lo que tienen para decirnos. Pareciera una especie de reunión entre personas que no se ven hace mucho, que necesitan expresar todo lo que aprendieron y supieron entender en este último tiempo.
La contemplación está presente en las doce canciones. Es un disco profundamente personal, que explora y transmite emociones sin dar mucha vuelta. Con títulos como “Nightmare”, “Terror” y “Punishment”, lo primero que uno podría suponer es que se trata de un álbum oscuro, pero la palabra que convendría usar sería “real”. En “Rooster”, la canción con la que llegamos al final de este disco, Mac acepta que mañana será otro día, a pesar de un futuro falto de brillo, pálido: “Dimmer future / things are looking kinda used up / darling, I don’t care / I’ll still rise up with the rooster” (“Futuro apagado / las cosas parecen medio gastadas / cariño, no me importa / igual me levantaré con el gallo”.
Ninguna de las canciones supera los tres minutos y medio. Son pequeñas ventanas, rendijas por las que se escapan las notas más hipnotizantes, como la voz de una sirena, que nos envuelve y nos desconecta. En “Phantom”, su último adelanto, nos confiesa un amor que todavía late, y un arrepentimiento más que tangible: “Your phantom sits with me / when I’m all alone / I love you still” (“Tu fantasma se sienta a mi lado / cuando estoy solo / todavía te amo”).
Amistades desgastadas, amores que no se olvidan y recuerdos que permanecen; como fantasmas que nos acompañan cuando estamos solos, verse reflejado en las preguntas que se hace uno de los grandes representantes de la música indie de la última década es tarea sencilla. Solo basta pasarle la guitarra, cerrar los ojos, y dejarlo tocar.
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