Con su combinación perfecta de indierock y dancepunk, Alex Kapranos y compañía mostraron su mejor versión en un repaso de su extensa carrera.
A principios de los 2000s, la etiqueta camaleónica de «indie» empezó a estirarse sin romperse para dejar pasar a las nuevas bandas que estaban tomando influencias del postpunk de los 80, como los Strokes, Yeah Yeah Yeahs o Franz Ferdinand, que agregaban una cuota de dance a su sonido sin dejar de lado el rock. Con un debut tan fresco como su álbum homónimo en 2004, veinte años después, en Obras Sanitarias, las canciones sonaron igual de pegadizas como aquel entonces.
En medio de la grandilocuente presentación bigband de The Police Squad (1982), Alex Kapranos y todo Franz Ferdinand apareció en un Obras explotado, lleno de treintañeros que volvían a su adolescencia una vez más. El comienzo fue incierto: “The doctor”, una de las inéditas de su próximo disco The human fear, que fue arrollada rápidamente por “The dark of the matinée” y “No you girls”, el primer combo de hits de la noche.
Más bailables que Kaiser Chiefs y más rockeros que LCD Soundsystem, Franz Ferdinand elaboró su 70-30, su punto justo de pogo y baile, algo que se puede escuchar en canciones como “Do you want to” o “Darts of pleasure”. Sumado a otras más pubrockeras como “Walk away”, la banda fundamenta su sonido en tonos menores con simples riffs de guitarras flacas, una batería con ritmos tecno y una voz expresiva y potente.
Además de agradecerle a Pacífica y Fonso que abrieron la noche (y a Bestia Baby, con quienes se quedaron fascinados), Alex Kapranos recordó sus visitas previas a Argentina y agradeció varias veces al público. Junto con Bob Hardy (bajo), son los únicos dos miembros que asistieron a las seis visitas pasadas, siendo la primera en el Luna Park en 2006, en la presentación de su segundo álbum You could have it so much better (2005).
Con la intro cumbiera de “La danza de los mirlos” en “Build it up”, un guiño agregado desde que bajaron a Perú en su tour latinoamericano, Franz Ferdinand puso a bailar a todo Obras Sanitarias, que no sabía que el máximo estallido de la pista vendría pronto.
Kapranos rasgueó tres veces la guitarra en su acorde de mi quinta y la olla se abrió en un abrir y cerrar de ojos. “Take me out” (quizás junto a “Mr brightside” y “Seven nation army”, los himnos de la década pasada) agarró de imprevisto a los que pensaban que era la canción final del show y el estallido fue total. El primer cierre fue con “Outsiders”, aunque el quinteto volvió rápidamente y tocó cinco canciones más, entre ellas la suave y rockera “Jacqueline” y “This fire”, con un final extendido generado por el público, que no paraba de corear la melodía principal.
Tan solo un marco levemente girado -como es su sello- y unas luces necesitó Franz Ferdinand para mostrar dónde estaba lo importante. Kapranos, siempre cantando, bailando o agitando a lo largo y ancho del escenario, fue el frontman perfecto. Con un Franz Ferdinand siempre ascendiendo, podemos esperar nuevos hits en The human fear, porque sabemos que los viejos nunca van a morir.