El viernes 1° de julio se realizó el Festival de Invierno en el Galpón de la Música, un evento que combinó lo mejor de los esfuerzos autogestivos con la cultura local rosarina. Música, feria, birra y amigues: todo lo que se necesita para enfrentar la época más oscura y fría del año.
El Galpón de La Música se encuentra ubicado sobre la costa rosarina apenas al norte del Monumento Nacional a la Bandera. En el pasado, el área cumplía una función de almacenamiento que, con el tiempo, fue olvidada. Hacia los años 2000, diferentes gestiones comenzaron a pensar que esos viejos galpones podrían ser parte de una nueva actividad cultural que alojara a las juventudes e infancias. Es así que el ex-Galpón 11 hoy es uno de los anfitriones de los proyectos musicales rosarinos por excelencia.
Hacia las 21hs, Tomi Leuda inauguró la noche con su guitarra a cuestas. Su voz tranquila y su estillo chill fueron recibiendo cálidamente a quienes ya hacía rato estaban afuera previando. Bicis, grupitos de amigues charlando, abrazos de reencuentros y las risas que colmaban la entrada del lugar fueron poco a poco buscando su lugarcito en el interior del Galpón.
Les siguieron Chiljud y Lusio con el dúo que vienen sosteniendo de forma paralela a todas sus participaciones en otros proyectos locales -y no tanto-. Juntos o separados, los jóvenes músicos y productores supieron encontrar este espacio de experimentación que ya cuenta con algunas cosas publicadas como el EP Soft Boys. Contaron con la participación de Fermín Sagarduy en bajo, con la presencia de Amelia y con Gladyson Panther para el cierre.
Cada uno de los shows fue acompañado por visuales realizadas especialmente para cada artista y un diseño de luces que amenizaba cada clima. Hacia el fondo, a ambos lados de la batería, se coloraron dos especies de diamantes de luces rojas y azules que le terminaba de dar el toque cinema aesthetic.
Pronto fue el turno de Amelia, que se presentó en formato full band compuesta por Lusio en sintes, Bruno Otta en batería, Fermín en bajo y Cata Druetta y Santino Martin (Gladyson Panther) en guitarras. La cantautora hizo un repaso por su discografía, haciendo especialmente en su más reciente álbum Heavenly, el cuál fue lanzado a principios de este año.
Las Aventuras, uno de los proyectos locales más interesantes de los últimos tiempos, se encargó de convertir toda energía brillante de Amelia en la fuerza motora para dar un espectáculo increíble. Con una fuerte importancia de solos de guitarras y mucha maquinita de sonidos, la banda supo mezclar e incorporar lo mejor de varios mundos: la presencia instrumental, las historias como concepto y el under fanzinero. Dejaron el terreno bien preparado y la vara altísima para Gladyson Panther, quien ya se consagró como uno de los referentes indiscutidos del indie rosarino.
Hacia medianoche, Santino Martin, lejos de convertirse en calabaza, se subió al escenario cantando “Triste”. Entre luces rojas y el pogo, Gladyson fue alternando entre canciones de su más reciente disco y los anteriores. Uno de los puntos más álgidos fue la lectura de un pasaje Pizarnik con tanto auto-tune que apenas se lograban divisar las palabras. El otro fue el cierre con “Courtney Love”, tal vez su canción más emblemática y representante de la frustración juvenil.