Una de las bandas revelación y quienes hacen ruido en cada rincón posible debuta con un disco rápido y agresivo. Con tintes provocativos, los Winona buscan desencasillar la movida under actual.
Una guitarra a lo lejos, lo imprescindible, lo básico, conectar y rascar la guitarra. La obsesión canalizada en una batería ascendente, que suena cada vez más fuerte y presente. El inicio es una inyección de calma con una voz rasposa como en off: “No me importa cuanto me quieran dar / ¿el tiempo sigue / o se está por acabar?” , una voz que transmite frialdad.
Este primer susurro titulado “Abstinencia” es el último single de Winona Riders, luego de varias grabaciones en vivo podemos tener el digital del trabajo en estudio.
Una controversia o características del grupo es la queja a los escenarios posibles en la escena. Lejos de los clichés de las bandas pop donde lo artificial se impone al instrumento, al formato canción y a los tiempos de una banda. Esta peculiar forma de manejarse fue la que les valió su fama y esencia, un crudo despertar lleno de ambiciones colectivas.
Un poco de este carácter vemos el siguiente tema “La Cura (los chicos también lloran)” contradiciendo a The Cure -aunque reconociendo un poco de influencia- afirman que “La Cura se equivoca / los chicos también lloran / por amor / como vos”. Un tema que relaja la mente, que dispone de una extensa armonía durante sus casi siete minutos de duración.
Canción a canción vemos como salen nuevas virtudes, influencias y sonidos del grupo formado en el oeste de Gran Buenos Aires. “Anton” es la variable lisérgica de los Winona, un coro de degradé y punteos rápidos imitando a una sitar que dan ese ambiente psicodélico.
Un eje durante este corto y fugaz disco pero lleno de altibajos, es la letra jueza de la actualidad, la banalidad ejemplificada en lo efímero que puede ser la plata y el poder. En un análisis rápido, llama muchísimo la atención que una banda joven ya tenga tan marcado que no quiere ser, en una marco donde nos medimos por números de reproducción, estéticas copiadas y modismos o acentos que no pertenecen en lo absoluto a nuestra región.
Winona Riders se mueve y persiste en eso, desde el primer tema nos habla desde su punto vista: una crítica a la sintética realidad que vivimos referida a las tecnologías, falsas poses y movimientos que no comprenden las bajas escenas y necesidades.
El final es de “Dopamina”: una patada en la cabeza que, aunque encerrada en el dispositivo virtual, rompe el ritmo lento y setentero que veníamos oyendo. Fuerte, casi sin cortes, con su grito “¡Éxtasis! / ¿¡A quién engaño!? / Otra vez / veo en dos”.
Esto es lo que obtenés… muestra otra versión de la banda, para nada representa la energía que emanan en vivo. La crítica a la que tanto nombramos y hacemos referencia, resulta algo obvio al momento de estar presente en alguno de sus shows. Juventud, rebeldía, manijas y aglomeración todo esto es un poco de los ingredientes de los shows de Winona.
Winona Riders se estará presentando el próximo viernes 19 de mayo en el Club Tucumán de Quilmes, junto a Bestia Bebé. También tiene dos fechas programadas en el mítico Emergente el 2 y 9 de junio.
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