Tras tres años de producción, Feli Colina presentó su nuevo disco: El valle encantado retrata un lugar imaginario haciendo una relectura sobre el folclore y pintando personajes mágicos.
Al igual que Feroza (2018), el disco anterior de Feli Colina, El Valle Encantado se trata de una obra conceptual que ya no tiene como eje un personaje sino que retrata un lugar místico. La propuesta de la joven salteña invita a recorrer paisajes sonoros con distintos protagonistas.
Cada una de las canciones se relaciona con lo espiritual, lo sagrado, la religiosidad. En el tema que da nombre al disco de inmediato se destacan la percusión de Martín Misa y las teclas de Baltazar Oliver -el coproductor del disco- con un ritmo folclórico que caracteriza gran parte de la obra.
Los coros de esta primera canción, como los cantos de sirena que hipnotizaban a los navegantes para conducirlos a Hades —el dios del inframundo—, simulan ser las trabas que aparecen a la hora de componer. En su Instragram, Feli cuenta que durante el 2019 pensó que ya no iba a poder producir como antes y que este disco venía a representar eso. La Diosa o la Madre del Valle Encantado es la musa, la inspiración, la creatividad. Y ya no es ella ni Feroza la que posa sobre el trono: son las ideas, el canto y la poesía.
“Aguatera”, el segundo tema, es un carnavalito alegre y colorido donde lo lúdico y lo folclórico se conjugan para presentar a uno de los personajes del valle. Con tres acordes simples, una ocarina y coros juguetones, la aguatera viene del río recordando que las cosas son un anclaje y que nada nos pertenece.
“Chakatrunka” y “Caballo” se presentaron como singles el 28 de febrero, en pleno carnaval. El primero, abre con un beat con aire de chacarera y muestra lo violento del valle, contrastando con el tema anterior, “Aguatera”. Mientras tanto, en “Caballo” el foley y la poesía dominan la escena. “Diabla”, que también fue presentado anteriormente, invita al movimiento con un ritmo reggaetonero que evoca a la religión pagana de este lugar mágico.
En “El Orden Sagrado” se escucha una Feli rasgada con un piano detrás que refuerza la idea de la nostalgia. Cuenta sobre un personaje que perdió a su niño. Le siguen “La entrega”, “Áncora” y “La llave maestra”, las canciones más tranquilas del disco y a la vez las más encantadas. La llave maestra es a cappella y hacia el final aparecen unos coros sutiles, como signos de pregunta.
Luego, “Madre”, con su aire folclórico y su lírica va creando paisajes autóctonos. Casi imperceptible aparece “Osana (En las alturas)” como una plegaria a la inspiración. Esta, junto a otras del disco, traen ciertas reminiscencias de Misa criolla (1965) de Ariel Ramírez, una obra folclórica y religiosa con fuertes arreglos corales.
“La gracia” es otra especie de carnavalito donde los coros, las risas y los gritos lo vuelven festivo. Se termina el carnaval pero nadie está triste porque simboliza a la musa que aparece, la apertura de la trabazón en la composición, por eso es el tema que cierra la obra: “Descansa niña mía / traigo tu canción”.
El nombre del álbum está inspirado en el Valle Encantado de Salta, un lugar que rompe con el paisaje por poseer su propio ecosistema y de alguna manera este disco viene a crear su propio microclima dentro de una industria musical plagada de sonidos que apuntan al mainstream. Con elementos autóctonos, coros cálidos, una banda compleja y completa y un gran equipo de producción detrás, Feli inventó un lugar encantado, a la manera de J. R. R. Tolkien.
El mismo día de salida del disco (30 de marzo) se realizó una pre-escucha en la sala de exposición de Camping (Av. Libertador 999, Bs. As.), donde pudieron verse doce cuadros con un código QR. Cada imagen representaba una canción -o a un personaje del valle-, a la que se accedía a través del código y podía escucharse con auriculares.
El pedido es el mismo para todos y todas: cerrar los ojos y recorrer el valle de principio a fin. Podés hacerlo en Spotify.