Del intimismo de Andry Bett a la melancolía minimalista de El príncipe idiota: “Estoy bien” tiene todas las de ganar.
Andry Bett se arrimó a la escena en el 2021 con su EP Tickets, armando su figura entre sonidos eclécticos y letras reflexivas, pero no fue hasta el año siguiente con su disco debut, Cariño, acaso no lo ves? que terminaría de definirse. Una mirada apagada sobre el amor que se fusiona con un estilo folk para hacer algo con todas esas inquietudas centennials. El Príncipe Idiota, por otro lado, no necesita presentación. Frontman del histórico grupo Mi Amigo Invencible y solista empecinado con la angustia tiene a sus espaldas dos discos (Doméstico y Diccionario básico, ambos del 2015) y dos EPs (Novedades, del 2016 y Gigaaaante, del 2020), así como un sinfín de singles.
La dupla se presta para interpretar “Estoy bien”, último lanzamiento de Bett. La suma de dos voces raspadas por el desamor dan como resultado este paisaje inquieto donde las guitarras marcan la pauta y se enloquecen por decir lo que sienten sin terminar de decirlo.
Muy bien
“Estoy bien” trata, fundamentalmente, sobre la incertidumbre. Hay una iteración del yo que se pregunta sobre su situación y no termina de entenderla: “Hoy no sé muy bien / hacia dónde ni por qué“, abre el single. La conclusión parece evidente, pero no los motivos de ese aparente bienestar. Detrás de unas guitarras que corren la cortina para revelar un paisaje de mínima inquieto, la intriga se acentúa.
El Príncipe Idiota tampoco arroja luz con su desazón habitual: “Ya no sé por qué corro / la película empieza sin mí / soy uno soy todos / nadie sabe bien dónde ir“. La insistencia sobre el bienestar pareciera más un acto de reafirmación que un hecho cabal. Hay una necesidad por gritar “estoy bien” para clausurar las dudas con uno mismo. Y es que, un poco en el fondo, lo que la dupla no quiere cantar es todo lo que en realidad importa. El single está pintado con una fina pátina de melancolía que, sin explicitarlo, da a entender el motivo y la situación. “Estoy bien” se sube así al caballo de Cariño, acaso no lo ves? como un lado B tardío o una suerte de epílogo.
El sencillo tiene, al mismo tiempo, una contracara interna. Después de las guitarras y las voces que dicen hasta el cansancio todo menos lo que importa, el track muta hacia otra cosa bien distinta. En los últimos 30 segundos toda esa pantomima se desarma en un sonido más sintético y bailable que parece querer disolver sus falsas intenciones. Restándole importancia a la impostura del “estar bien” o, finalmente, asumiéndose mal, parece conciliar a los cantantes.
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