Wiranda Johansen Xirgu

Wiranda Johansen abrió su corazón en el Xirgu

La cantante lanzó su tercer disco Querido diario y apenas dos meses después lo interpretó sobre el escenario de la histórica sala ubicada en San Telmo. Así se vivió el show, a puro baile, confesión y sentimiento.


Ni bien pisó el escenario, Wiranda Johansen advirtió que el día anterior a la presentación de su nuevo álbum tuvo fiebre. Hasta llegó a decir, entre el mix de emociones que sacude a quien exhibe material nuevo ante su público, “costó mucho hacer este disco, tanto que me enfermé”. Nada de esto se notó, por lo menos entre los bailantes que disfrutaron sonar cada canción.

La cita era 20.30 en el teatro Margarita Xirgu que hace más de ocho décadas persiste en el corazón de San Telmo. Juventud y adultez por igual previó en la puerta con latas y latones mientras hacían girar el cigarrilo por su grupo. Dieron las 21. Se fue ingresando pero de a poco, sin pisoteos, empujones ni fastidio, respetando el tiempo de la cerveza, del pucho y del reencuentro.

Fotos: Miranda Lucena

Como una reunión entre amigos. Así se sintió el show que dio Wiranda. Artistas, colegas y familia se abrazaron al visualizarse de lejos adentro de la sala donde la vocalista dejaría todo durante una hora y un poco más, sobre un escenario ubicado en el centro del espacio que permitía rodearlo y tener una visión panorámica de 360°.

El humo que sirvió de efecto principal envolvió a los oyentes en una atmósfera de intimidad y cercanía. La luz bajó. El escenario principal que estaba más atrás subió el telón y con un destello espectral vimos salir a la banda. La última es Miranda, la que desde el primer tema invitó a zambullirse con ella en ese cancionero breve pero exhaustivo.

Fotos: Miranda Lucena

En la invitación a su show, la vocalista que reafirmó su identidad con el apodo “Wiranda“, escribió que deseaba compartir este material “cuerpo a cuerpo” y que todos estén presente en su “fiesta circo”. Y así fue. Desde que arrancó a cantar “19.07.1997” lo performático de sus movimientos se fundió con la música y nos adentró en las profundidades de Querido diario, su último disco. “Los corazones rotos yo los conozco bien”, cantó para dejar entrever a través de las primeras grietas de su espacio privado. Sus inseguridades se volvieron más sólidas en los versos de “Rayo violeta”, quinta canción de su álbum Envoltorio lanzado en 2020.

Wiranda bailó, las luces parpadearon incontables veces y las personas junto al escenario, en trance con la hipnótica puesta en escena, dejaron atrás el día. Lo pesado. Lo que presionó pero que se evaporó entre las cartas de amor y la sinceridad que componen la discografía de la artista.

Fotos: Miranda Lucena

La estética de los dosmiles estaba firme en el vestuario de cada integrante de la banda. “Una banda de chicas”, presumió la vocalista que ya había rebatido el estado febril que el día anterior no había dado tregua. Después de cada tema, las cervezas tambaleaban en las manos de los fanáticos que aplaudían, gritaban y silbaban, todo a la vez.

La luz de cada reflector empezó a latir, alineada con el tempo que la batera mantuvo varios segundos. Esa combinación imitaba el corazón de Wiranda que estaba alterado, desparramado ahí mientras exponía cada una de sus confidencias. Y así nomás, siguió dándole voz y alma a sus letras escritas sin rodeos.

“Aquiles” empezó a sonar. De repente se abrió un hueco en la línea que guiaba directo a la cantante, del que salió la voz colaboradora del tema: Simón Poxyran. “Me aburrí de ser tu amiga”, le cantó ella en la cara. Otra vez, un pop honesto que hace al encanto de su música.

Pasado el reencuentro, por un momento volvió a las bases y recorrió una vez más algunas baladas de Envoltorio (2020). “Tené cuidado / que las cosas en mis manos se disuelven”, advirtió cantando el tema que lleva el nombre del disco. Siguió “Pausa” y con ella Wiranda Johansen confirmó que quiere lo que todos queremos y muchas veces no exigimos: amor, tiempo, pausa y algo de silencio.

Llegando al final, después de irse sola hasta el escenario principal lejos de la banda y de bajarse el pantalón para demostrar, ahora sí, toda su elasticidad corpórea, la cosa se tornó más rockera y reapareció la guitarra para reavivar lo poco que quedaba de presentación.

En ese contacto con quienes estaban a metros de ella abajo del escenario, en esa proximidad que denotó la intención inicial de atravesar su diario íntimo, Miranda sonrió y retomó su obra reciente para terminar. El primer sencillo, “Fantasma”, evocó la insistencia que muchas veces implica el amor. “Es que el tiempo pasa y yo estoy perdida, enamorada”.

Para ese momento, a las 22.40 de la noche, la fiebre había dejado su cuerpo definitivamente y no quedó más que celebrar un disco más de vida entre quienes la vieron girar y revolear el pelo lacio por casi hora y media.

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Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena
Fotos: Miranda Lucena

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