En una fecha audiovisualmente incomparable, las tres bandas deslumbraron a un Konex lleno de música.
La noche del sábado en Konex se vio tomada por tres bandas que saben dar todo de sí no solo en el plano musical, sino también transmitiendo una fuerza y personalidad formidable en escena a través de su estética e impronta propia. Un show altamente performático que interpeló al público a niveles insospechados, explotando a fondo todas las posibilidades sobre el escenario.
Poco después de medianoche, La Secta del Sonido inauguró la fecha con su tema homónimo. Con un estilo de lo más llamativo desde las peculiaridades de cada músico, al público parecía resultarle difícil decidir a dónde mirar. Guitarrista y bajista con túnicas largas, uno llevando gafas al estilo Powerline en la película de Goofy mientras que el otro, coronado de laureles y de blanco, traía reminiscencias de alguna deidad griega. El baterista, en un enterito cuadrille en blanco y negro y el segundo guitarrista, con un piluso.
Soberanos sobre el escenario y con un carisma envidiable, los integrantes de La Secta del Sonido se movían con excepcional soltura, dueños totales de la escena. Con increíbles visuales de fondo que en una psicodelia de colores acompañaba a la banda en su frenético show, el grupo presentó por primera vez en vivo su último lanzamiento “Desde otro lugar”, segundo adelanto de su próximo EP Ancestral y eterno.
Sorpresivos, entre el furor y la personalidad que emana su presencia sobre el escenario, apareció una figura envuelta en una túnica de gasa repleta de luces en el vientre para bailar al son de “Celestial y eterno”. Usando instrumentos poco convencionales, el cantante lució a lo largo del show desde maracas hasta una flauta melódica. Cabe destacar el excepcional uso del slide con que el guitarrista llevó todo un tono más arriba dándole al show un agite increible.
Cerrando el show tras presentar dos temas aun inéditos, la banda se despidió con “Lejos del miedo”. Más que digna apertura para lo que luego seguiría, La Secta del Sonido deslumbró con mucho más que su música, llevando un vestuario y unas visuales de fondo impresionantes, demostrando la gran fuerza que tienen en el escenario.
Tras un intervalo, acaeció una oscuridad absoluta que el silencio de la sala acompañó. Una música ambiental al estilo Silent Hill dio entrada al baterista que comenzó un solo mientras el resto de la banda se acomodaba.
Dos figuras vestidas de negro aparecieron desde un costado arrastrando a HTML atada por dos sogas al cuello, las ninjas, llevándola a rastras hasta el escenario. Con una llamativa vestimenta como de a retazos, cubriéndole el cuerpo de a partes y repleta de correas, abrió el show con “Vocales”.
Como si de una obra de teatro se tratara, entre acto y acto la sala se volvía oscura y silenciosa, dando un momento para que los espectadores visualizaran la escena que pronto se transformaría. Una vez libre de sus ataduras, las ninjas pasaron a interpretar un número de baile que recordaba al ballet pero con tintes macabros, a pasos espasmódicos.
El violín, segundo instrumento del bajista, se tornaba solemne mientras la cantante mantenía un soliloquio constante entre tema y tema: “¿Entonces? Quizás” mientra las visuales de fondo acompañaban el binarismo de colores con que la banda iba vestida, blanco y negro, cayendo de a momentos en imágenes enteramente compuestas por código binario o lenguaje de programación.
Al terminar su cover de “Sweet dreams (are made of this)”, se escucha una lluvia de fondo y canta “Aullido”, probablemente la canción más sentida y desgarradora de la noche, tras lo cual deja el escenario para que las ninjas reaparezcan durante un solo instrumental de la banda llevando un traje y una bandera hecha con pelo (indumentaria de shows anteriores).
HTML regresa y, sola frente al público, distorsiona su voz y respira agitadamente, preludio de un rugido entre bestial y demoníaco, interrumpido por las trompetas tribales de “Hytspr” que la callan y retoma el espectáculo, danzando como poseída aunque mirando al público con ojos de animal herido. Nuevamente con su monstruosa voz distorsionada, pide al público que se acerque al escenario para cerrar con lo más heavy de su repertorio, “Jinete etílico”.
Cerró la noche Proyecto Gómez Casa con su inconfundible estilo experimental y unas intensas sesiones de batería. Entrando al escenario en la más completa oscuridad, vestido de sacerdote con un bastón que lanzaba luz intermitentemente al ritmo de “Evolución” y con un número acompañado de dos bailarinas, sorprendió arrancándose un corazón de entre la ropa al momento de cantar “[…]sacar la piel para mirar que tengo adentro de mi, yo tengo un corazón está conectado a mis adentros[…]”.
Turnándose entre el baile y sus brutales sesiones de batería, se demostró multiinstrumentista al tomar la guitarra e interpretar “Tranquilo”. Cambiando de vestimenta entre canciones, llevó adelante un espectáculo con un fantástico despliegue y puesta en escena, enseñando todas las facetas de su obra, que va más allá de un look extravagante y barba en punta.
Dándole espacio a una bailarinas para lucirse con un baile de estilo tanto electrónico como eléctrico, puesto que entre la base acelerada se escuchaba el sonido de la tensión eléctrica aumentando en la misma medida que el baile para llegar a su clímax con movimientos desfasados en un juego de luces intermitentes.
Con visuales de fondo que acompañaban el frenesí de sus interminables solos de batería y su agitada respiración, invitó a HTML a subir con él al escenario a cantar su tema en conjunto “Experimento para ver las miradas” mientras que las bailarinas de ambos grupos compartían escena en un crossover entre ambos universos. Supo luego detener el show por completo y dar un discurso sobre la condición del artista, su relación con el mensaje que transmite y la importancia de la forma en que lo transmite para conformar su identidad, así como la importancia de compartir y explorar el arte con colegas, dejando atrás la soberbia y el ego.
Despidiéndose con “Hay que dormir solo lo necesario” y cerrando con “Amanecer”, decidió bajar del escenario y cruzar la valla para tomarse una foto rodeado de su público, entregándose a los abrazos, los saludos y charlas.
📄 Tomás Delgado
📷 Francisca Castillo